El templo de Lichen es una ofrenda votiva única. No se trata solo de su tamaño, sino sobre todo de los motivos de su levantamiento. El templo es una expresión de agradecimiento a los millones de peregrinos que, con Nuestra Señora del Liquen y a través de ella, experimentaron la misericordia de Dios. Personas curadas de enfermedades del cuerpo y del alma, consoladas y fortalecidas en la fe crean una gran comunidad de devotos de la Madre de Dios que, a través del signo del templo, quieren agradecer a Dios los favores recibidos. Así que uno debe mirar la inmensidad del templo y sorprenderse no tanto por su tamaño como por la profundidad de la gratitud cristiana.